En primer lugar cabría diferenciar entre insecticida ecológico y bioinsecticida, todo y que éste último bien podría encabirse dentro de la primera denominación. La principal diferencia reside en que el bioinseticida se compone íntegramente de organismos vivos, como las bacterias y los bacillus, mientras que el insecticida ecológico suele ser un extracto vegetal o un mineral. En los dos casos, las principales ventajas respecto al uso de químicos son:
- Respetan el medio ambiente.
- Suelen tener un plazo de seguridad de cero días, es decir, que desde el tratamiento hasta poder cosechar no hace falta que pase ni un día (hay excepciones, sobre todo en los minerales como el cobre o el azufre).
- La gran mayoría, a excepción de los minerales, son 100% biodegradables. No dejan residuos, por lo que en el consumo de frutas y hortalizas no ingerimos ningún tipo de tóxico derivado de su uso. En el caso de los químicos, como ya sabemos, la normativa acepta un mínimo de toxicidad en los productos tratados químicamente, por consiguiente, queramos o no, estamos ingiriendo tóxicos, por mínimos que éstos sean.
- Su toxicidad es nula o muy baja, preservando así la salud del aplicador.
- Pueden combinarse entre sí (insecticidas, fungicidas y abonos).
- Los conocidos popularmente (purín de ortiga, ajo, etc.) los podemos fabricar nosotros mismos.
- Reducen el riesgo de crear resistencias en los insectos.
- Respetan la fauna auxiliar, menor afectación letal sobre enemigos naturales.
- Reduce la aparición de plagas secundarias.
- Se pueden utilizar en agricultura integrada y ecológica.
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